Compartir la intimidad es dejarte ver por el otro sin caretas, sin máscara, tal como eres. No me refiero sólo a la pareja, sino también al círculo más próximo como amigos o familiares.
En ocasiones nos resulta difícil y ello hace que sean más complicadas nuestras relaciones. Esta dificultad para dejarte ver tal y como eres, puede venir de la creencia errónea de que no te aceptarán. Es en gran parte un problema de autoestima.
Aprende a ver la belleza (no sólo externa, sino interna) en ti, ten la certeza de que eres una persona digna de dar y recibir amor, amistad, cariño…y que tienes tu espacio en este mundo. No eres más, pero tampoco menos que nadie.
La capacidad de autoconciencia –saber quien eres– y el conocimiento y aceptación de tus estados emocionales –saber qué sientes– te permite reconocer eso que llamamos sentimientos y así puedes expresarlos en la relación con el ser amado.
Cuando estás en una relación, sea de pareja, de amigos, etc. hay una pregunta importante que debes hacerte: ¿Estás dispuesta (o) a mostrar y compartir tus emociones y sentimientos? Porque en ello se basa la intimidad, en compartir aquello que eres y sientes y en el acercamiento al otro.
Muchos pasan por la vida blindados emocionalmente. No es su culpa, es lo que aprendieron y nunca supieron ni quisieron modificar. Pero ese blindaje hace con el tiempo se distancien de aquellas personas a quienes dicen querer. Las personas rígidamente defendidas, blindadas emocionalmente, son incapaces de mostrarse vulnerables porque esto destruiría su coraza de autosuficiencia.
Si te reconoces en ese grupo y quieres cambiar tienes que aceptar el desafío de exponerte aunque duela. Y en muchas ocasiones te darás cuenta que era mucho más el temor que la realidad. Tu educación emocional en este aspecto va a influir mucho. Pero depende de ti solucionarlo y trabajarlo, para finalmente compartir tu intimidad sin miedos, desde la confianza y el amor.