La diosa Pele en la mitología polinesia, es la Diosa del fuego, el relámpago, el enojo, la seducción, la danza, los volcanes y la violencia.

Esta diosa, descrita como “Aquella que da forma  a las tierras sagradas”, es la señora de los volcanes, la maestra del fuego, una diosa de fuerte temperamento que vive en el volcán Kilauea, uno de los cinco que forman la isla de Hawai.

Según la mitología, Pele, curiosa por el mundo de los humanos,  desprendió del cuerpo su espíritu para viajar por la isla de Kaua’i, donde se manifestó con la forma de una atractiva y joven mujer. Allí se enamoró del jefe guerrero Lohia’u.

Tras una estancia en Kaua’i, el espíritu de Pele debió regresar a su hogar, al Kilauea, donde no encontró sosiego, ya que extrañaba a su enamorado.

La diosa envió entonces a su hermana Hi’iaka, diosa de las islas y las colinas, para que fuese físicamente a traer a Lohia’u. La hermana de Pele encuentró al jefe guerrero muerto, pero logró revivirlo, sólo que tardó  mucho tiempo, demorando su regreso al Kilauea.

Pele, celosa, pensó que su hermana la había traicionado y quedándose con Lohia´u, por lo que en cuanto ellos regresaron, los atacó con un baño de lava.

Los hawaianos tienen la creencia que como recuerdo de ese ataque, quedaron las formaciones de lava solidificada que están en los márgenes de una de las islas.

A niveles arquetípicos, puedes trabajar con esta Diosa tu Fuego Interior. No sólo a nivel de tener el coraje y la fuerza para avanzar, sino también en el otro sentido, cuando algo te frustra y sientes ira.

Si ves fríamente la emoción que llamamos ira y  vas un poco más allá, verás que la ira es frustración.

Cuando algo te frustra (alguien llega tarde, esperabas algo de alguien y no ocurrió, etc.) la energía que produce el no haber llegado  a alcanzar tu deseo final  produce una sobrecarga, que si no expresas o canalizas adecuadamente, se convierte finalmente en ira.

En realidad, la función de la sobrecarga de energía es asegurar la realización del deseo, pero al no haber sabido o podido solucionarla (o expresarla), se convierte en una emoción negativa.

Evidentemente, la ira tiene otros estadios antes, como el enfado, que si no has expresado adecuadamente, va creciendo hasta convertirse en ira

Los motivos para no expresar la ira o el enfado son variados: desde niños aprendemos a que enfadarnos “no está bien”. Si nos enfadamos de niños, los mayores no nos querrán. Y esto queda como una creencia en cada uno de nosotros.

También se suele ver como una señal de debilidad el expresar el enfado. Esto es un tipo de represión, uno puede expresar enfado y no ser débil o violento.

Y así aprendes a guardarlo hasta que finalmente sale con violencia, como Pele hizo con su hermana.

Si aprendes a expresar  tu ira, comunicándote con asertividad con aquella persona con la que te has enfadado, o contigo mism@ si no es una persona sino una situación, verás que mejora mucho tu calidad de vida y relaciones con los demás. No te verás en la típica situación de callar, o perder el control.

Si la ira o enfado es contigo, debes tener en cuenta que es algún aspecto de ti con el que has sentido esto, no con toda tu persona. Debes ser sincer@ internamente y averiguar qué aspecto es para iniciar la tarea de resolución. Si no lo haces y la guardas, no creces, te quedas bloquead@.

Piensa que la ira te puede dejar agotad@, te desgasta física y mentalmente, y si se alarga en el tiempo produce depresiones, problemas cardiovasculares, etc., aparte de que al no haberse expresado esta emoción, causa un bloqueo que te hace volver a la situación una y otra vez.

Cuando sientas ira, piensa en la historia de la Diosa Pele, y cómo habría cambiado la historia si hubiese expresado de una forma adecuada esta emoción.

 

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